Parece un título extraño, al menos para quien no tiene hijos puede serlo. Aunque mi “rol” de madre me coloca en la posición de enseñar a mi hijo, en realidad él me ha señado muchas cosas importantes, incluso escenciales para vivir mejor.
Tabla de contenido
1.-Pedir y pretender lo que quiero
Quien tiene hijos sabe muy bien cuanto pueden ser «obstinados» los niños cuando quieren algo. Para mí ha sido una de las ensañanzas principales que mi hijo me ha dado: pedir y pretender lo que quiero. Creciendo se pieder la fuerza de pedir y sobre todo de pretender lo que queremos. Cuando veo mi hijo hacer mil cosas, pedir, razonar, intentarlo por sí mismo, llorar e incluso desesperarse por cosas que a mí me parecen absurdas, me enseña a no perder esas ganas internas de lograr lo deseado. Aunque sea un chocolate, o un simple carrito, si él lo quiere, hace de todo para obtenerlo. Quisiera no haber pedirdo ésa capacidad.
2.-Reir por casi nada
¡Reir, reir, reir!, el regalo más grande que mi hijo me ha dado. La capacidad de encontrar «el chiste» en la cosa más normal e insignificante, reir a carcajas por la misma cosa una y otra vez hasta quedarse dormido. Me ha enseñado a reir y a ser feliz con poco. Una de las cosas que más le gusta es la plastilina, la hacemos con harina, sal y agua!. ¿Pueden pensar en algo más sensillo y económico?, risas y risas por «nada», lo más bonito que se puede hacer en la vida.
3.-Descubrir la rueda y el agua caliente
Su curiosidad infantil no deja de sorprenderme, con sus interminables ¿por qué?, ¿para qué?, ¿por qué no?, me hace re-descubrir cosas tan absurdamente vanales que sorprenden. Me ha enseñado a preguntarme porque funcionan las cosas y sobre todo porque no lo hacen. Desde las hojas que caen en otoño, a los automóviles que pasan con el rojo, todo es una pieza de un gran rompecabeza que hay que construir cada día.
4.-Hacer amigos en un segundo
Desde que mi hijo camina, e incluso antes, hacer amigos no es problema. Basta un «ciao» y un sonriso y cada tarde tiene un amigo/a nuevo para jugar en el parque. Es soprendente su capacidad de agregación, no se detiene a pensar, simplemente sonrie, pide su turno y en un segundo está jugando con otros niños. A veces ni siquiera pregunta el nombre, no importa en realidad, importa sólo compartir y ser felices. Algo que aprecio y que me ha enseñado a ser más abierta, a pensar menos y lanzarme simplemente a hablar. Lo adoro por esto.
5.-Expresar lo que siente
Que sea alegría con miles besos y abrazos, tristeza con un llanto profundo, rabia con patadas y mala cara, y muchas otros sentimientos, lo que más aprecio es su sinceridad en la expresión de lo que siente. Lo sé que es falta de capacidad de «auto-regulación», pero me encanta lo fácil que es saber lo que siente. Ésa sinceridad de ser y parecer lo mismo. Es una de las cosas que más me cuesta y que trato de implementar en mi día a día.
Virginia dice
Hermosa esta reflexiòn de madre, se nota que estàs atenta y disfrutas cada minuto y cada segundo de tu contacto con el niño, ademàs se ve que lo comprendes y entiendes cada una de sus reacciones ante el mundo.. esa es una capacidad que a mi modo de ver muchas madres no disfrutan y se lo pierden por andar de prisa y no concentrarse en el rol de ser mamà . Felicitaciones y Dios te bendiga. Virginia.