Hay una iglesia en la calle Garibaldi que se alza en una semi-colina, dicha iglesia con sus paredes blancas y su cruz dorada parece tener toda la gloria que los simples mortales desean. Pero no es de esta iglesia que quiero hablar, es de la casa detrás de ella. Una casa a dos plantas, con un muro alto dos metros que parece decir: No entre, no es bienvenido. Y sin embargo no hace falta, es una casa vacía, quemada en un fuego infernal hace muchos años atrás. Sus paredes que en un entonces debieron haber sido blancas ahora resplenden bajo el sol con un gris opaco y melancólico. La casa parece espectral, triste. Se supone que hace mucho tiempo era una casa de cura, para enfermos mentales. En ese entonces muchas personas trabajaban allí y otras simplemente la ocupaban.
Cada martes y jueves cuando salgo de mi curso de baile tomo la estrecha calle que pasa detrás de la iglesia. Es una calle tan sola y silenciosa que escucho mis pasos resonar en la oscuridad. Se me antoja inútil mirar a todos lados, en una soledad tan grande no sirve a nada. La primera vez que caminé por ella recuerdo solo la sensación de seguimiento, alguien me miraba desde algún lugar remoto. Miré a un lado al otro, pero no ví a nadie y sin embargo supe que alguien me miraba.
Sucedió lentamente, con la lentitud que vuelve las cosas inusuales parte de la rutina. Esa sensación de seguimiento se me volvió familiar y al cruzar la calle la buscaba, quería sentirla. Con el tiempo se me volvió una obsesión el pasar por aquella calle a las 21 en punto. No antes no después, era como una cita secreta que me esperaba cada martes y cada jueves. Llegué a conocer la casa como a mi misma alma, 18 ventanas alineadas de dos en dos, una planta baja que aún era un misterio y una planta superior que con sus ventanas se me hacía todo un desafío.
Cada ventana es un universo en si, los colores que el fuego les diseñó aquella macabra noche las volvió únicas. La luz del farol las toca tÃmidamente como queriendo evitarlas, pero los vidrios brillan debajo de ellas. Todas menos una, solo una ventana está rota. Y no brilla, al contrario una oscuridad casi infinita la consume, nos consume. Cuando mis ojos la divisan a lo lejos el mundo material deja de existir y ya no hay mas que aquella oscuridad invitante y transformante. Me detengo y el reloj detiene su paso. Esa ventana y yo nos parecemos. Ella es oscuridad y tiempo muerto, yo soy vida y tiempo contado. Es un infinito que termina en el momento en el que despierto. Esa ventana es parte de mi y por ello la odio y la temo. Refleja mi inseguridad y mi fuerza. Es el símbolo externo de mi agonía. La veo y parece decir Te conozco. La ignoro a mala pena y al dejarla atrás mis ojos vacilan, la verdad duele pero gusta. Es una sensación extraña.
Ya no paso por la calle detrás de la iglesia, su oscuridad me ha consumido, mis sentidos han sucumbido ante ella, ya no necesito verla para saber su contenido. Ahora soy yo la que mira a los pasantes, mi ventana no está rota pero es la misma, esta casa no se ha incendiado aún pero lo hará y cuando este manicomio se vuelva una casa de sombras y humo mi ventana será la única rota y desde ella miraré desde lejos a quien pase por aquí cada martes y jueves.
pd:esto es casi autobiografico (execto por el último parrafo por supuesto.. o mejor dicho afortunadamente). La iglesia existe, la casa tambien, y pasaba por alli cada martes y jueves y la bendita ventana rota tienen un poder ipnotisante que ni les cuento!!, me viene la carne de gallina cuando paso por allí pareciera que alguien desde la oscuridad me observa…
dabart dice
Esto que narras tambien me ocurria con una casa abandonada en caracas… esta casa estaba en una calle de Vista Alegre, una quinta de 3 pisos, en total abandono, incluso sus jardines, abandonados… Y siempre que pasaba por alli camino a la escuela, la casa tomaba toda mi atencion…. era como que si me identificaba con aquella casa, creo que llegaba a encontrar la belleza entre tanta tristeza….
Estamos un poco profundos no crees? creo que necesitamos un psicoanalista! jejeje… besos…
PD: clases de baile!!!! yo tambien quierooo!, desde hace meses que pienso en inscribirme, pero Il maledetto tempo non mi lascia nemmeno mezz’oretta per rilassarmi ballando….
Trimardito dice
Puede que sea hipnotizante, pues a veces hay ciertos miedos en nosotros mismos, cuando nos creemos observados.
Saludos!!
Tcalo dice
Dabart: de psicoanalista no (espero) pero de playita/vagaciones SIIIIIIII!!!!!
Estoy en clase de baile africano 😀 al principio me sentia como si estubiese pidiendo que lloviera o algo pero ahora me encanta!! Trata de conseguir un tiempito para bailar mira que despues el stress del lavoro pasa facilitoooo
Trimardito: sabias palabras, la cosa es que no nos gusta pero nos entretiene :S